Sospechas?
Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez.
¿Por qué se desploma un helicóptero en el que viajaban notables políticos? Alguien sospecha al respecto. Pero sospechar no es conocer, aunque puede llevarnos a ello. La sospecha, por definición, es una suposición fundada en indicios que brota de un proceso lógico que por sí mismo no determina la verdad de lo que se supone (en este caso, la causa del desplome de un helicóptero).
El desplome de un helicóptero tiene causas. Que alguien suponga racionalmente que se debió a una u otra causa es más que permitido. Lo que no es permitido es que una sospecha se presente como una verdad nomás que por sus deducciones y suposiciones. Se requiere investigación empírica científica.
En lógica, la sospecha resulta plausible ya que se trata de una actividad argumentativa con intenciones de buscar la verdad, pero debe reprobarse cuando se manipula para culpar o condenar en un contexto social de confrontación política.
La sospecha (así sea sobre la causa de que un helicóptero en el que viajaban notables políticos se desplome) debe valorarse por su producción de conocimiento, no por su utilidad manipuladora con fines politiqueros. Quien sospecha y quiere conocer, busca la verdad o falsedad de su sospecha sometiéndola a la prueba de los hechos.
Sospechar no es conocer, que no nos engañen. Quien sospecha supone, pero no sabe, no tiene pruebas sobre la verdad de su conclusión (¡por eso es sospecha!); habrá razones para suponer, pero eso es insuficiente para determinar la verdad de lo que concluye.
¿Cómo terminar con la sospecha y dar paso al conocimiento? Lo que acaba con la sospecha es la exhibición de su verdad o su falsedad según los hechos (lo que causa el desplome de un helicóptero es otro hecho o conjunto de hechos y hay que descubrirlos). Después de la evidencia de esos hechos, la sospecha cae y surge el conocimiento.
Sin investigación empírica científica, el conocimiento de la verdad de una sospecha sobre las causas de algún hecho está en suspenso, es ignorancia. Una sospecha no es conocimiento.
En México necesitamos más cultura científica y menos fanatismo político; más vocación por el conocimiento que por promover la confrontación política y social.
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